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sábado, 2 de mayo de 2015

Linda Loaiza, 18 años esperando una justicia patriarcal


 Linda Loaiza, (12 de diciembre de 1982)  joven venezolana que sufrió salvajes abusos sexuales durante cuatro meses en 2001, exigió justicia después de 13 años de infructuosa batalla judicial en Venezuela y pidió a la CIDH que traslade su caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH).

En una audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Loaiza aseguró que su caso permanece en la “impunidad” porque su agresor Luis Carrera Almoina, hijo de un importante rector universitario, no fue condenado por el delito de violencia sexual.

La joven, que habló en nombre de las “miles de mujeres venezolanas que sufren violencia sexual”, exigió que se eleve su caso a la CorteIDH para que se dirima cuál es la responsabilidad del Estado en el largo proceso judicial, que le produjo más daños, y se dicten medidas para evitar la repetición de estos abusos.

Aunque Venezuela abandonó la Convención Americana de Derechos Humanos, si la CIDH decide enviar el caso a la Corte, este órgano judicial se declararía competente porque los hechos denunciados se produjeron antes de que el Estado denunciara la Convención, en 2012, explicó el comisionado Felipe González.

“La violencia sexual causa un daño irreparable, es como vivir la propia muerte, luchar contra ella, vencerla y heredar sus consecuencias”, destacó la joven, que en la mesa central de la audiencia profundizó frente a los comisionados en los detalles de las agresiones que sufrió.

Explicó que su agresor, durante cuatro meses, cuando ella tenía 18 años, la torturó, golpeó, violó, trató de ahogarla e incluso la amenazó con un arma de fuego, mientras la mantenía privada de libertad en un hotel y un apartamento.

“La violencia sexual causa un daño irreparable, es como vivir la propia muerte”
Informes médicos de entonces señalaron que la joven sufrió, entre otras lesiones, fractura maxilar, destrozos de labios y orejas, rotura de costillas, desviación ocular, cercenamiento de pezones, desgarro vaginal y quemaduras causadas por cigarrillos en casi todo el cuerpo.

“Cada vez que me golpeaba, me decía que él tenía mucha familia en el poder y que nunca iba a estar preso“, explicó la joven, que en julio de 2011 fue rescatada por la policía de Caracas del apartamento del agresor.

En su declaración, visiblemente acongojada, aseguró que “más allá de la crueldad, las violaciones y las torturas de este ciudadano”, ella fue sometida posteriormente a un largo proceso judicial, que en vez de reparar sus derechos, le causó más daños.

En 2004, Loaiza López hizo huelga de hambre frente al Tribunal Supremo del país para pedir que su caso no prescribiera después de que 59 jueces rechazaran hacerse cargo de la investigación.

Carrera Almoina fue absuelto de todos los cargos en un primer juicio y en un segundo fue condenado a seis años de prisión por lesiones graves y privación de libertad, mientras que fueron rechazados los cargos de violencia sexual, torturas y homicidio frustrado que reclamaba la defensa.

Según la directora de la organización humanitaria COFAVIC, Viviana Ortega, este caso es simbólico no solo por ser el primero de violencia sexual de Venezuela considerado por el sistema iberoamericano de derechos humanos, sino porque su situación “trasciende” a otros casos de violencia contra la mujer en el país.

El último informe anual del ministerio público venezolano del 2011, citado por Ortega, recoge 70.763 denuncias de violencia contra la mujer, de las que 482 se llevaron a juicio, es decir, solo el 0,7 % de los abusos tuvieron consecuencias legales.

Los encargados de responder a las denuncias fueron los representante del Gobierno venezolano para derechos humanos, Germán Saltrón y María Alejandra Díaz Marín, que realizaron sus alegaciones tras un cartel con la bandera venezolana en el que podía leerse el lema “Venezuela se respeta”.

La representante de Venezuela tachó de “abominable” el caso, reconoció que “faltó más por hacer” y dijo que personalmente le hubiera gustado que la Justicia hubiera valorado la acusación de tortura, pero que no había suficientes pruebas.

“Asegurar que el Estado Venezolano no ha protegido a la joven en su legítimo reclamo a la Justicia, eso es poco menos que exageración o ingenuidad”, destacó Díaz Marín, que en su intervención citó decenas de diligencias policiales y recursos judiciales
(Caracas, 17 de marzo. EFE)




Han pasado 6 años, desde que un 19 de julio, policías de Chacao rescataron a Linda Loaiza López del 2º piso de un apartamento en la Urb. El Rosal, donde estaba secuestrada por Luis Carrera Almoina. Linda fue hallada por la autoridad, amordazada y atada a una silla. Tenía 18 años. Hoy es entrevistada en el diario El Mundo.

Los partes médicos informaron de traumatismos craneoencefálicos, hematomas en los párpados con desvío del ojo derecho, triple fractura de mandíbula, deformidad en los labios, fractura de costillas, estigma por quemaduras en la piel, pabellón de las orejas destruido, mordeduras en las mamas, desgarramientos de la matriz y de un ovario, lesión tumoral del páncreas, desnutrición severa y graves alteraciones psíquicas. Durante año y medio se sometió a nueve intervenciones quirúrgicas y a terapias psiquiátricas, en los Hospitales Universitario y Militar. Hoy se enfrenta de nuevo a la justicia, ante la eminente salida de su agresor.

-Quiero que me cuentes con tus palabras, cómo ha sido tu vida desde el día en que te rescataron en Chacao.

-Creí que no podría sobrevivir. Fue como salir de una tortura equivalente o peor a la que se vive en un campo de concentración. Era como estar entre lo que te queda de vida y el enfrentamiento con la muerte. Quedó el pánico, el terror, la incredulidad de que eso me hubiera ocurrido. Tuve que aceptar la muerte de la Linda Loaiza que era, para ser otra que debía sobreponerse a un proceso de reconstrucción física con operaciones muy dolorosas y a las que felizmente pudo responder mi cuerpo. No se sale ilesa física y emocionalmente de una tortura de esa naturaleza. Nada de lo perdido en esa pesadilla es recuperable.

-¿Y después de la pesadilla, cuál fue tu primera reacción?

-Quería justicia y es lo único que le he pedido al Estado venezolano. Nada me devolverá mi vida anterior a esta tragedia, pero esperaba sentir que el culpable lo pagaría de alguna manera. Me sobrepuse y me dediqué a buscar justicia. Allí me enfrenté a otra forma de tortura: la sordera del sistema judicial hacia la violencia contra las mujeres. Aprendí que la justicia no existe para quienes no tienen poder y menos para las mujeres.

-Hiciste huelga de hambre.

-Me vi obligada a hacer huelga de hambre arriesgando lo que había recuperado de salud para que hicieran un juicio negado en muchos tribunales y con 59 jueces inhibidos. El juicio fue toda una farsa para proteger al agresor y lo consi- guieron. Seguí luchando con quienes me han acompañado en esta tragedia y logré apelar para tener otro juicio. ¿Y cuál fue el resultado? Al agresor le dieron una caricatura de sentencia, una pírrica pena para todo el daño que me hizo. He seguido la batalla y la justicia sigue sorda y cómplice de mi agresor.

-¿Qué has hecho en estos 6 años, cómo has ocupado tu tiempo y cómo has podido reponerte de esta desgracia?

-He aprendido a no dar tregua a mi trabajo. He salido airosa de mis depresiones y he contado con colaboración de mucha gente que me apoya y me dice: “sigue adelante que cuentas conmigo”. En la calle me reconocen y se solidarizan conmigo. Eso me fortalece.

-Tu agresor está por salir de la cárcel El Rodeo, luego que se concluyó que no te había violado, ni agredido. ¿Cómo llamar la acción de tu captor que casi te llevó a la muerte?

-Complicidad. Los delitos contra las mujeres siempre son menores o inexistentes para el poder judicial y los agresores. No puede entenderse cómo, desde cualquier lógica, se pueda creer al culpable, descalificando las evidentes pruebas de la víctima. Eso sólo puede entenderse como complicidad, atropello y ventaja para el agresor. Ahora entiendo, por qué las cárceles están llenas de inocentes como forma de salvar a los culpables. Estoy convencida de que la justicia no reconoce a las mujeres como seres con derechos, soy ejemplo viviente de ello. Las propias mujeres que imparten justicia, además, nos cargan la culpa.

-¿Cómo proyectas defenderte de esta burla de la ley?

–Solo me queda la denuncia de este gran fraude. La opinión pública debe ser informada, tengo una deuda con la gente que me ha apoyado y con quienes se han conmovido con mi tragedia de darles el resultado final de este titánico esfuerzo pobremente compensado. Aquí ganó el agresor. Él sólo pide ser favorecido y hasta ahora lo ha logrado. Hice todo lo que pude y si hubiese otra alternativa me aferraría a ella, pero las puertas se cerraron para mí y se abren a la libertad de Carrera Almoina. Él continuará en su larga lista de torturar mujeres y ¿quién será responsable?

-¿Qué piensas en la mañana al levantarte y mirarte al espejo?

-Miro las cicatrices físicas que aún me quedan y converso con esta mujer que soy, para decirle que hice todo lo posible para que la ley me protegiera y no lo conseguí. Soy una venezolana indefensa frente al atropello del cual he sido objeto por quienes debían defender mis derechos humanos.

-¿Qué plan de vida tienes para tu futuro?

–Estoy estudiando Derecho, costó mucho sacar un tiempo para comenzar, tuve muchas ofertas sólo de papel y cuento sólo con mi familia para salir adelante. Espero graduarme y continuar formándome para defender a los débiles y ayudar a las mujeres maltratadas

-¿Tienes miedo de que Carrera trate de vengarse?

-¿Cuánto más? Quedé como sobreviviente de sus torturas, se cobijó en el poder judicial y la influencia familiar para recibir una condena muy benévola.

-¿Qué mensaje tienes para las mujeres maltratadas?

–Que no se rindan, no hay que desmayar en la lucha para erradicar la violencia contra las mujeres. La desinformación sobre la nueva ley impide que se exija su cumplimiento. Debemos formar un frente conjunto con las mujeres organizadas y los hombres conscientes para contribuir a que esta nueva ley cumpla su cometido.

-¿Cómo es un día de tu vida, qué haces, en qué trabajas, vas al cine, te distraes?

-Atiendo mi universidad y la fundación. No hay tiempo para más.

-¿Qué le dices a los juristas que han manejado tu caso?

–Los respeto como seres humanos pero no cumplen el rol que deben cumplir ni por omisión, ni por acción ni excepción; están exponiendo al desprestigio a todos los venezolanos. Administrar justicia no es inhibirse, sacar el cuerpo. Les diría que también tienen o podrán tener hijas y que todos nacen de una mujer. Que la justicia no es una dádiva, es un derecho inherente a las personas, que ellos y ellas tienen una misión encomendada y deben responder a ella.

-¿Cuál es el paso a seguir?

–Continuar con la denuncia de la injusticia de la justicia que imparte el poder judicial.

LA PALABRA DEL ABOGADO

Juan Bernardo Delgado, defensor de quienes no tienen medios ni influencias para obtener justicia, revela que “la máxima jurisdicción penal venezolana no asumió la responsabilidad, pues Deyanira Nieves, presidenta de la Sala de Casación Penal se inhibió del caso; otra vez se repite la historia de hace dos años cuando se inhibieron 59 jueces. Ellos han sido denunciados reiteradamente en la Inspectoría General de Tribunales”.

Explica el abogado de Linda que esa Inspectoría depende de la dirección ejecutiva de la Magistratura y ésta de la Sala Plena del TSJ, lo que hace pensar que no existen, ni verdadera justicia ni garantías.

-No se logró ninguna sanción para los fiscales que cometieron irregularidades y así lo estableció la Comisión de Política Interior de la Asamblea Nacional. Gracias a la presidenta Cilia Flores se logró puntualizar alguna responsabilidad de actores internos y externos.

-A Linda se le condena por estar día a día en vigilia del sistema judicial, descubriendo tramoyas y escaramuzas que pasan por debajo de la mesa. Aunque se probó la comisión del delito del ciudadano Luis Antonio Carrera Almoina no se sancionó por lo que verdaderamente le hizo a Linda Loaiza ya que si hubo privación ilegítima de libertad y lesiones gravísimas debió de ser sancionado por violación, por simple deducción y sanción legal. Aparte, en la acusación privada había sido acusado por “homicidio calificado en grado de frustración y tortura” -En todo este proceso se han producido atentados tanto en la representación legal como a la víctima, que están denunciados en Fiscalía y no se ha determinado la responsabilidad de los culpables.

Bernardo Delgado, alega que la sala sexta de ejecución, le está abriendo las puertas para que quede en libertad Luis Antonio Carrera Almoina sin ni siquiera haber cumplido los 6 años de cárcel. Se cumplirán el 8 de mayo de del año 2008.

Advierte que la seguridad de Linda Loaiza y su familia no está garantizada porque no se cumple la debida protección a una víctima que ha afrontado una posición pública y judicial en defensa de sus derechos: -Aun cuando el caso no es político hay instituciones del Estado que no han funcionado ni han asumido su rol de impartir justicia lo cual obliga a Linda y a su representante legal a continuar una lucha que debe entenderse sujeta a Derecho.

https://cejil.org/caso/linda-loaiza-lopez-soto/
https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-46243965
http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/7866/lina-loaiza-habla-de-su-tragedia/
http://www.noticias24.com/venezuela/noticia/277831/linda-loaiza-exigio-justicia-ante-la-cidh-por-su-caso-de-abuso-sexual/
http://www.theguardian.com/global-development/2015/mar/16/linda-loaiza-venezuela-rape-torture-justice-human-rights

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HH

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