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sábado, 12 de enero de 2013

Eli Bartra pionera en la investigación sobre mujeres y arte popular





Eli Bartra (Ciudad de México, 6 de septiembre de 1947) es una filósofa, pionera en la investigación sobre mujeres y arte popular en distintas partes del mundo, pero particularmente en México. Es hija de refugiados catalanes en México, Anna Murià y Agustí Bartra, escritores.

Doctora en filosofía. Profesora-investigadora del Departamento de Política y Cultura, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco desde 1977. Co-fundadora y coordindora del Área de Investigación “Mujer, identidad y poder” y del posgrado en Estudios de la Mujer de la UAM-X. Investigadora Nacional II.

Autora de Frida Kahlo. Mujer, ideología y arte y de Mujeres en el arte popular. De promesas, traiciones, monstruos y celebridades y Women in Mexican Folk Art. Of Promises, Betrayals, Monsters and Celebrities. (Wales University Press, UK). Coautora de Feminismo en México ayer y hoy. Compiladora de Debates en torno a una metodología feminista y de Creatividad invisible. Mujeres y arte popular en América Latina y el Caribe (y de su versión en inglés Crafting Gender. Women and Folk Art in Latin American and the Caribbean, (Duke University Press, USA), entre otros.

Ha participado en numerosos congresos tanto nacionales como internacionales, ha publicado más de un centenar de artículos y capítulos de libros y ha sido profesora visitante en diversas universidades del continente americano, Europa, Asia y Oceanía.




Ideas feministas de Nuestra América
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Eli Bartra, “El género revisitado”, en La Jornada Semanal, n. 296, 12 de febrero de 1995


Los llamados “Estudios de la mujer”, que provienen de los Women´s Studies (estudios de las mujeres, aunque en español nunca se ha usado esta forma), y que ahora también se dice “Estudios de género”, en realidad deberían haberse llamado, desde un principio, “Estudios feministas”. Justamente porque con todo rigor no se trata solamente de conocer a las mujeres (aunque evidentemente una parte bien importante consiste en estudiarlas), sino que, desde las distintas variantes del feminismo, se estudia tanto la realidad socio-humana como las diferentes disciplinas que se han dedicado a conocerlas. Es inevitable que se dedique bastante tiempo a esto último, o sea a leer, releer y analizar con otros ojos el cúmulo de conocimientos atesorados por la humanidad, con el fin de percatarnos del aplastante androcentrismo presente en todo conocimiento, y la tarea ahí consiste, más que nada, en la desconstrucción.

Si decimos “Estudios de la mujer” parecería que únicamente se va a conocer a las mujeres. No es así ya que bajo esa etiqueta se contempla también a fortiori la relación entre los géneros, y se abordan cuestiones metodológicas que atañen, por ejemplo, al conocimiento de la sociedad en su conjunto y al conocimiento existente sobre ella, como acabo de decir. Ahora bien, hacer referencia a la mujer en general (a la abstracción), pone frenéticas a las antiesencialistas obsesivas. Ellas, junto con muchos sabios se empeñan en manifestar a menudo que la mujer en abstracto, en general, no existe, que existen mujeres concretas, mujeres determinadas históricamente. Es del todo cierto. Como cierto es que el ser humano tampoco existe en general, existen hombres y mujeres concretos de diferentes edades y etnias en espacios y tiempos específicos. Sin embargo, desde un punto de vista filosófico es válido (y a veces necesario) hacer referencia al ser humano en general o la mujer como abstracción de las mujeres concretas de carne y hueso. En ocasiones resulta útil emplear el concepto abstracto mujer, siempre y cuando no se use en lugar del plural concreto. Hablar de la mujer en general No es necesariamente mujerismo ni esencialismo, no es un error. Lo que es un error es hablar de la mujer cuando hay que hablar de las mujeres.

De igual manera es erróneo hablar de seres humanos en general cuando hay que referirnos, por ejemplo, a realidades distintas de hombres y mujeres. En estudios sociológicos, antropológicos o históricos es importante tener cuidado de no sustituir el plural por el singular. Este debe usarse cuando estamos refiriendo a niveles de abstracción que así lo permiten.

Hay elementos biológicos fundamentales que hacen a unos seres humanos hembras y a otros machos. A partir de ahí se construye un conjunto de procesos socio-psíquicos en el seno de las distintas culturas que crean otros elementos fundamentales de las personas y que las convierten a unas pertenecientes al género femenino y otras al masculino. La diferencia radica en que estos últimos, los genéricos, no son innatos y son mucho más manipulables y transformables que los primeros, los biológicos.

Ahora bien, el feminismo surge como una necesidad ante un hecho que se hace asombrosamente evidente: las mujeres como grupo social, como género, son oprimidas, marginadas, discriminadas. En distintos momentos históricos se ha observado que a pesar de todas las diferencias particulares entre las mujeres del planeta, era posible hablar de una condición similar de opresión histórica genérica. En ese sentido es que se habla de la condición de la mujer o de los “Estudios de la mujer”. A sabiendas de que la realidad de cada mujer presenta sus particularidades, así como es distinta también la realidad de cada grupo de mujeres que comparte una época o una misma situación política-geográfica, o a una clase, una etnia, una preferencia sexual, o una “normalidad” o “anormalidad” física o psíquica. Por ello es que me parece más pertinente utilizar la etiqueta de “Estudios de la mujer”, porque hace referencia a la opresión común de todas las mujeres.

Así, los “Estudios de la mujer” tratan tanto de la condición de la mujer como denominador común de las mujeres, como de la condición de las mujeres, cuando estudian sus especificidades. Es necesario conocer el nivel abstracto de la feminidad, del llamado “eterno femenino”, así como el ser y hacer de las mujeres concretas y el hacer de los varones en relación de las mujeres. Necesitamos profundizar en el conocimiento de estos sujetos, las mujeres que, finalmente, tan poco conocemos.

Al hablar de “Estudios de género” se pretende evitar los problemas de las etiquetas anteriores. Se quiere, de esta manea, abrir el conocimiento al género masculino también (para no caer en un supuesto sexismo) y se trata de centrar el estudio, sobre todo, en las relaciones de poder entre los géneros. Sin embargo, resulta que en realidad se imparten cursos y se hace investigación sobre mujeres, pero se dice que son de género. Se ha sustituido la incómoda y devaluada palabra mujer, por la nueva y elegante de género.

Si el género, como decía, es la construcción cultural sobre los sexos, tenemos que en nuestra cultura se construyen dos géneros: el femenino y el masculino. Pero, no se trata de que o se es uno o se es el otro. Se dan múltiples combinaciones; incluso se puede decir que quien nace con un sexo no se convierte ineludiblemente en el género que le corresponde. Muchas veces se adoptan las identidades genéricas del otro sexo. Una de las combinaciones genéricas produce, por ejemplo, la androginia, que se trata sin duda, de una identidad de género distinta de la masculina y la femenina pero es, a la vez, parte de las dos, es como una síntesis de los dos géneros preexistentes. De acuerdo con algunas utopías y otras no tan utopías, se trata del género del futuro.

El manejo del concepto de género, en todos los campos del conocimiento, ha mostrado ser tanto o más importante que la consideración de clase social. Y obsérvese que se da la misma necesidad de definición y redefinición permanente que se dio durante más de un siglo con respecto al concepto de clase. Las clases sociales se han estudiado, caracterizado, definido y redefinido infinidad de veces desde mediados del siglo pasado con el surgimiento del marxismo y en particular desde principios de este siglo con el leninismo. El concepto de género se ha renovado, es un recién nacido que todavía ni siquiera entra con las nuevas acepciones, en los diccionarios, a menos que se trate de diccionarios feministas.

Las etiquetas tienen innegablemente un significado, aunque no necesariamente determinen el contenido de lo que hay detrás. Por ejemplo, cuando los programas de estudios sobre la población mexicana en Estados Unidos se llamaron Mexican-American Studies, se manifestaba así una concepción específica sobre esa población; pero también se han llamado estudios chicanos y éste es un concepto con una carga política muy diferente, referida al mismo grupo social. Los “Estudios chicanos” (aunque no lleven ese nombre) son el resultado de las luchas del movimiento chicano iniciadas en la década de 1960 y con una etiqueta o con otra, se trata de estudios chicanos. De la misma manera, los Women´s Studies, también fueron el resultado de las luchas del movimiento de liberación de la mujer. En México nacieron bajo la etiqueta de “Sociología de la mujer”, “Antropología de la mujer”… “Estudios de la mujer” y recientemente “Estudios de género”. Nunca estudios feministas.

Independientemente del membrete que se adopte, otra cuestión que se sigue debatiendo es el carácter de estos estudios. ¿En qué consiste lo feminista de los estudios o de la investigación sobre la mujer? Sabemos que la investigación sobre, o por la mujer no es necesariamente feminista; lo es, creo, la investigación que parte del hecho de la división genérica jerárquica de la sociedad y que busca la abolición de la subordinación de las mujeres. Atacar simplemente el problema de la invisibilidad de las mujeres en las estructuras de conocimientos, en las ciencias, por ejemplo, es una parte de la solución, pero por sí sola no atenta contra el carácter androcéntrico dominante del conocimiento. Todo depende del para qué. Si se pretende demostrar la presencia y el protagonismo de las mujeres en el quehacer científico y tecnológico para deducir de ahí que las mujeres hemos tenido igual acceso a esos campos, sólo que se ignora, no creo que se trata de una posición feminista.

En una investigación feminista el método y las técnicas utilizados, tanto como el propio discurso (y desde luego el lenguaje), se elaborarán desde esa perspectiva (en cualquiera de sus variantes), para que el resultado de la investigación tenga ese carácter. De lo contrario se puede estudiar a las mujeres todo lo que se quiera y no será necesariamente investigación feminista.

Por algún tiempo nos hemos tenido que dedicar, y seguimos haciéndolo, a saber qué vamos a estudiar y por qué. Es decir, discutimos la validez o no de estudiar a la mujer (no, la mujer en singular y en abstracto no existe), a las mujeres (no, a las mujeres aisladas no, a los géneros, a la relación entre los géneros). Hemos tenido que invertir bastante energía en tratar de explicar (y explicarnos) por qué es necesario estudiar eso, sobre lo que ni siquiera hay consenso. Y ya se ha logrado más o menos explicar la necesidad.

Ahora, nos enfrentamos también a la problemática de cómo abordar el estudio. Esto es, nos estamos ocupando tanto de la metodología de investigación como de las estrategias para la docencia. Ambas cuestiones son objeto de amplios y largos debates. ¿Deben los estudios feministas estar integrados en el cuerpo de las disciplinas o gozar de una autonomía?

Tal vez la naturaleza multidisciplinaria de los “Estudios de la mujer” hace que lo idóneo sea que esta enseñanza se imparta a nivel de posgrado, cuando la gente ya tiene una preparación dentro de una disciplina y entonces los “Estudios de la mujer” son el punto de llegada, es el lugar donde se aterriza.

Para resumir es posible decir que la problemática abordada se puede esquematizar de la siguiente manera: ¿Qué es lo que se estudia (o enseña) en los “Estudios de la mujer”, cómo se estudia y para qué?

Esto último es fundamental. La finalidad que se persigue, a nivel del conocimiento, es borrar al androcentrismo y al sexismo en todas las disciplinas. Lo deseable es introducir la visión genérica en el cuerpo de toda ciencia y disciplina. Hay que integrar el punto de vista feminista en el conocimiento todo y transformarlo. Ahora bien, hoy por hoy, la docencia y la investigación mayoritarias, dominantes, se siguen manteniendo profundamente androcéntricas. En el mejor de los casos, a veces han sido salpicadas de mujeres o de algún concepto feminista, se contempla alguna cuestión relacionada con las mujeres o con el machismo y ya está.

Nuestra alternativa (¿la de quién, se preguntarán desde el feminismo posmodernista?), por ahora, es tanto la de integrar visiones feministas en las ciencias, y las humanidades como la de crear y conservar la autonomía de los “Estudios de la mujer”; no es necesario elegir. Y así, iremos creando muy poco a poquito un conocimiento no androcéntrico y no sexista. No hay que pensar, sin embargo, que nuestros avances son definitivos. Tan pronto se gana terreno como se vuelve a perder, casi sin percatarnos de ello. A fin de cuentas no estamos entrando por la puerta grande y con las botas de combate puestas, sino que nos estamos metiendo a hurtadillas y por la puerta del traspatio.
http://mujer.xoc.uam.mx/dra_eli_bartra.html
http://ideasfem.wordpress.com/textos/k/k08/
http://portal.cohass.ntu.edu.sg/class/ProfBartra28Feb2011.htm
http://www.todocoleccion.net/mujer-ideologia-arte-ideologia-politica-frida-kahlo-diego-rivera-eli-bartra~x27954840
https://es.wikipedia.org/wiki/Eli_Bartra

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HH

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